El amor de Iztaccíhuatl y Popocatépetl, uno para las épocas. 

¿Haz escuchado sobre el amor de Iztaccíhuatl y Popocatépetl? Si vives en la Ciudad de México o has visitado la capital o estados aledaños, como Puebla o Morelos, seguro has escuchado estos dos nombres.

Imagen del volcan Iztaccíhuatl y Popocatépetl, su gran amor

El Iztaccíhuatl, es uno de los volcanes que rodean el valle de México, entre los lugareños también se le conoce como “La Mujer Dormida”. Cuentan las historias de otras épocas que se le dice así por que ahí yace una mujer dormida, que murió por amor y con el corazón roto, aunque abrazada por el calor eterno de su amado guerrero.

La leyenda de la mujer dormida, Iztaccíhuatl y Popocatépetl, su amado

El Iztaccíhuatl esta frente otro punto natural característico del valle, el Volcán Popocatépetl. Estos dos gigantes, el uno junto al otro, se miran con toda la majestuosidad que implica milenios de existencia, entre amaneceres y anocheceres se hacen ojos, sonríen, ríen y lloran juntos, son como una pareja de enamorados, al menos eso dicen.

Hace tiempo, cuando los Aztecas dominaban el Valle de México, los demás pueblos debían pagar tributo, una desventaja que poco a poco creció en descontento, hasta que cansado por la opresión, Tezozómoc, el gran cacique Tlaxcalteca, decidió pelear por la libertad de su pueblo.



Los Tlaxcaltecas, posteriormente aliados de Cortés en su lucha contra el Imperio Azteca, eran considerados guerreros muy diestros, con gran capacidad para hacer la guerra y una ferocidad única. Entre todos los valientes de este pueblo existía uno que se destacaba sobre los demás, el joven Popocatépetl.

Iztaccíhuatl y Popocatépetl, volcán visto desde Cholula

Era un guerrero atlético y bien parecido, pretendido por muchas mujeres, pero se enamoró de la bella princesa Iztaccíhuatl, hija del Rey Tezozómoc.

¡El amor de Iztaccíhuatl y Popocatépetl era puro y real!

En el mundo de estos dos enamorados todo era perfecto, no obstante, la guerra contra los Aztecas era inminente, todo se reducía a vencer o morir. Antes de ir a la batalla, Popocatépetl, en un acto de amor, pidió la mano de la princesa a su padre, quien se la otorgó a cambio de que regresara victorioso, de ser así prometió recibirlo con un festín y el lecho de su amor.

Así fue el amor de Iztaccíhuatl y Popocatépetl

Iztaccíhuatl y Popocatépetl se despidieron. Sabiendo que su amada lo esperaría para estar con él a su regreso, el valiente guerrero partió a con sus hombres y armas. Con el pasar de los días que se convirtieron en meses la bella Iztaccíhuatl perdía la esperanza de algún día ver regresar a su amado.

Aprovechando la oportunidad, un rival de Popocatépetl que también pretendía a la princesa, la engaño haciéndole pensar que el guerrero había muerto en combate. Al enterarse, ella lloró amargamente hasta que murió de tristeza, sin que su padre o nadie pudiera hacer algo respecto.

Poco tiempo después Popocatépetl venció a sus enemigos y regreso triunfante a su pueblo, solo para conocer la tragedia que había sucedió. Todo lo que había logrado significaba nada sin el amor que tanto había anhelado.



Para honrar la memoria de Iztaccíhuatl y Popocatépetl, y que ella fuera un símbolo entre los pueblos oprimidos, mandó a construir una gran tumba ante el sol. Esta se componía de diez grandes cerros apilados en una gigantesca montaña.

Iztaccíhuatl y Popocatépetl, la leyenda de un amor eterno

Desconsolado, tomó el cuerpo y lo cargó hasta la cima, en donde lentamente la acostó, como si estuviera dormida. El joven guerrero le dio un último beso, tomó una antorcha y se arrodilló para velar el sueño eterno de su amada. Con el tiempo la nieve cubrió sus cuerpos hasta que, lente e irremediablemente, se convirtieron en volcanes.

Imagen panoramica del Iztaccíhuatl y Popocatépetl en un atardecer

Desde aquellos días, Iztaccíhuatl y Popocatépetl permanecen juntos, mirándose silencios pero eternos. Dicen que cuando él quiere recordarle cuanto la ama, el fuego interno de su amor se calienta y salen fumarolas de humo del volcán, señales de Popocatépetl y su antorcha aun protegiendo al amor de su vida.

¡Esta es la gran leyenda de Iztaccíhuatl y Popocatépetl, los volcanes enamorados!